
La 'Garza najanja'
Sandra Uribe
No pretendo ocultar lo complejo que resulta para mí, plasmar en estas líneas la indignación que me producen las nuevas noticias en el escenario electoral; relacionadas directamente con una nueva flecha envenenada que se instaura en el corazón de la máxima casa de estudios de nuestro estado.
Es cierto que la historia del organismo encargado de proveer de conocimiento a los jóvenes hidalguenses, se ha visto sometida desde su fundación en 1961 a los intereses de la clase política, pues antaño la universidad fue dirigida desde una mirada positivista que impulsaba la relación directa con el poder ejecutivo, impidiendo desde su gestación la autonomía y el carácter honesto de una institución que tendría que servir noblemente a la educación.
La UAEH tuvo sin duda diferentes yugos, sin embargo no podríamos hablar de lo que es -y de lo que no ha podido ser- sin hacer mención del poder tras el trono que Gerardo Sosa Castelán instauró en todas y cada una de las partes –y personas- que hacen funcionar no solo a la institución, sino a los grupos políticos que desde siempre han sido titiriteros de Hidalgo.

Sin perseguir la exactitud cronológica de los hechos, considero preciso retomar el pasado universitario y político del sujeto que se ha encargado de perpetuarse al frente –pero escondido- de la máxima casa de estudios de la entidad; pues al paso de los años, ha dejado claro que aprovechará cualquiera que sea la escena para perseguir su insaciable sed de poder.
El lamentable ascenso de Castelán, comienza en 1977, con el nombramiento otorgado por el gobernador en curso Jorge Rojo Lugo, como Presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios de Hidalgo, que más allá de ser un organismo estudiantil representativo, se instauró para permanecer en la historia como el brazo represivo de rectores y gobernantes. Pues hasta el día de hoy –con la modificación del nombre y no de valores- el Consejo Estudiantil Universitario del Estado de Hidalgo, permanece como incubadora de jóvenes serviles; que buscando no más que su beneficio personal se atienen sin rechistar a las órdenes del Gran Amigo.
A su salida como estudiante de la carrera de Derecho en 1979, y perteneciendo ya a las filas priistas como Miembro del Movimiento Nacional de la Juventud Revolucionaria; a Gerardo Sosa le toma un año posicionarse como líder del Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Poder Ejecutivo del Estado de Hidalgo, dos años alcanzar una diputación local por el PRI y cuatro convertirse en Secretario General de ICShU. Avizorando desde entonces su posibilidad para alcanzar la gubernatura del estado, en 1990 ocupa el cargo de Rector y a través del evidente desvió de recursos; logra fundar todavía bajo el nombramiento, la Fundación Universitaria, que al abandonar la rectoría se convertiría en Fundación Hidalguense.
La intención de esbozar ligeramente su rol en la escena política, no es para nada resaltar sus cargos y nombramientos, no es provocar la duda – que ya debería de existir- o promover la aversión a los métodos de los que se ha valido para ejercer control en las esferas más importantes de la entidad; pues cualquiera que se haya enfrentado a la realidad del estado, sabrá reconocer que un ascenso profesional de dicha rapidez, no podría entenderse de no ser por las voces e historias se han encargado de desenmascarar al sátrapa violento y ambicioso que se esconde –sin importarle demasiado- detrás de su ‘notable’ carrera política.
Lo que verdaderamente ocupa mi atención, es la usurpación del bien histórico, científico y cultural; pues no es secreto que rectores, administrativos e incluso alumnos de la UAEH, han obedecido ya sea con alevosía o bien indiferencia a los antojos del tirano que sigue haciendo uso de los métodos adquiridos durante su etapa porril, para absorber el control absoluto de la institución.

En diversas ocasiones se ha válido de la coacción al interior de la máxima casa de estudios para defender sus intereses y aunque no podría enumerar cada acontecimiento, sí podría mencionar sucesos recientes que evidencian el proselitismo naturalmente violatorio de la autonomía. Por ejemplo en 2006 cuando formaba parte de las filas priistas y haciendo uso de los órganos estudiantiles ‘representativos’, acarreó en los Garza Bus a los universitarios para llenar el mitin electoral de Roberto Madrazo que tuvo lugar en plaza de toros; o bien la ocasión que para evitar un impuesto a Garza Gas, obligó una falsa protesta de los universitarios para que realizaran un bloqueo carretero a la altura de la Preparatoria No.3, en dónde la nueva generación de porros estuvo a punto de saquear la Farmacia Guadalajara.
En las elecciones a diputado Federal de 2015, surgió al interior de la universidad un modelo nuevo en su gran compañía de títeres, pues la campaña del profesor Antonio Mota que con insolencia intentó venderse como ‘independiente’; fue sin el más mínimo descaro financiada con recursos de la universidad, las opiniones de los docentes que podían catalogarse como ‘críticas’ fueron sometidas y por supuesto la juventud –el infalible truco del gran amigo- se vio obligada a través de condicionamientos absurdos en calificaciones y asistencias, a formar parte de los seguidores del independiente.
Ahora que en el estado está comenzando un proceso electoral histórico, Gerardo Sosa se aferra a permanecer en la escena política, pues en él la lealtad no existe, y en su terrible ansiedad por extender sus redes; ha demostrado que jamás ha sido un hombre de ideas o convicciones, pues de color en color ha buscado el espacio que haga posible su injerencia en la toma de decisiones políticas del estado.
Dejando a un lado la trayectoria priista que ostenta, Gerardo se mantuvo al tanto de sus oportunidades para ser pieza del juego, y en un acto de desespero buscó las banderas de izquierda debilitadas que le permitirían apropiarse de una nueva trinchera. Después de pasear entre cámaras con los dirigentes del partido –más gris que naranja- Movimiento Ciudadano, la institución política hizo pública la lista de personas que encabezarán sus candidaturas y como dejando claro que quien manda es Gerardo, más de un nombre –más de muchos nombres- tienen relación directa con la universidad, la fundación o bien con el mismo líder.
Entre directores, coordinadores, profesores, administrativos, estudiantes y hasta familiares; son tres los nombres que destacan entre los candidatos, el ‘independiente’ Antonio como aspirante a la alcaldía de Pachuca; el hermano ‘homicida solapado’ Damián Sosa como aspirante a diputado para Tulancingo; y el ‘honorable presidente estudiantil’ Jorge Mayorga.


Podría alguien en su sano juicio pensar que los nombramientos de más del 80% de la plantilla de Movimiento Ciudadano ligados a la universidad, no son más que decisión personal de seres actuando pos de su derecho político; podría alguien catalogar como coincidencia la incursión en un partido político de tantos personajes al ‘servicio’ de la formación educativa.
Solo al responder para mí la pregunta, entiendo que sobra la recapitulación histórica, sobra la misma opinión personal; pues el acto en sí constituye una de las violaciones más lastimosas y lamentables que ha enfrentado la máxima casa de estudios. Más allá del descaro con el que se conduce la mente malévola que maneja como a pequeñas piezas de su rompecabezas a todos y cada uno de los elementos de la universidad; más allá de las omisiones y permisiones en las que incurren las seudo autoridades, más allá de la facilidad con la que se desvirtúa el derecho y la importancia de la educación; lo realmente desolador, es la inercia y el conformismo con el que se conduce el único dador de sentido a la universidad, el espíritu de la institución- el estudiante-.
Y sin necesidad de ponerse viscerales, la conexión directa entre el partido y la institución deja muchos cabos sueltos y preguntas por las cuales debe exigirse una respuesta inmediata.
El financiamiento por ejemplo, la legislación del Patronato Universitario permite a su líder manejar los recursos a su conveniencia, y cómo se ha mostrado anteriormente en vez de emplear los recursos para mejorar las condiciones universitarias dispondrá de ellos para apoyar a sus marionetas.
Las campañas y los cargos; es cierto que el proselitismo se constituye de giras artísticas que ocupan bastante tiempo y yo me pregunto, van a meter licencia durante ese periodo o simplemente descuidaran las funciones que desempeñan al interior de la institución. El apoyo universitario; ser coordinador o directivo cualquiera que sea el caso permite la simulación del apoyo estudiantil, sin embargo que pasará cuando se utilicen los autobuses o bajo condicionamientos institucionales el apoyo se convierta en una obligación más del estudiantado.
La representatividad estudiantil; sin duda una de las campañas más prometedoras es la de Damián Sosa, que como suplente tendrá a Jorge Mayorga; y no es que el presidente haya hecho un excelente trabajo hasta ahora, pero a partir de esto, seguramente el apego a las premisas del representante que hasta ahora ha sido ineficaz, será inexistente.


Es cierto que la situación que ahora atraviesa la UAEH, responde a una realidad nacional en donde la impunidad y la codicia desmedida son el pan de cada día, es cierto también que figuras como la de Gerardo se encuentran posadas en cada escalón del servicio público, y que ya no tendría que parecer tan sorprendente encontrarse con estos abusos a la vuelta de la esquina.
Pero aquello que aún me resulta inconcebible es la reproducción de modelos que parece inagotable; por una parte el grupo de jóvenes aduladores y sumisos que buscan perseguir a través del servilismo un cargo o un futuro y con ello perpetuar la misma historia; y por otra parte aquellos indiferentes que se conducen con desgana y apatía, esos que han normalizado conductas y situaciones que en una justa realidad serían inadmisibles, esos que andan con la mariposa de la pasión inherente a la juventud muerta en el estómago, pues ahora no se atreven a pedir siquiera lo justo.
Porque así como la soberanía nacional reside en el pueblo, la autonomía universitaria reside en los estudiantes; es momento de que la universidad se politice, es ahora cuando a punto de volverse ruinas y consolidarse abiertamente como instrumento político, el estudiantado una las voces para cuestionar y actuar en beneficio de la dignificación de su institución. Es en el marco de las elecciones, cuando la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo exige el reclamo inmediato por parte de los jóvenes que le dan vida, no solo para recuperar la democracia interna, si no para demostrar a sus verdugos y al resto de la sociedad que la consciencia critica sigue viva.


