
San Pablito, Reflejo del México que hoy vivimos.
Columna por Sandra Uribe
La explosión del mercado de pirotecnia en Tultepec, es un accidente dantesco por la realidad que se vive en México, 35 muertos y más de 70 lesionados por la tragedia, nos clarifican una sola cosa, alimentamos instituciones negligentes, incapaces de cumplir con sus funciones constitucionales, mantenemos en el gobierno a hombres que no entienden la esencia del ejercicio público y desconocen el significado de bienestar colectivo.
El Presidente de la Republica, considera que guardar un minuto de silencio para las víctimas es su única responsabilidad como hombre de Estado, Eruviel Ávila ya está utilizando el siniestro como herramienta propagandística, mientras se pavonea en los pasillos de los hospitales del Estado de México, presumiendo la infraestructura médica que se tiene y exaltando que será el Gobierno del Estado de México quien cubra los gastos médicos de los afectados, como si esto fuese más un acto de caridad que un derecho universal que el Estado está obligado a garantizar.
Los comentarios de la Sedena, han brillado por ausencia, aun cuando es esta dependencia la responsable directa en la supervisión de la producción y la comercialización de materiales explosivos, aun cuando las tragedias debido a la venta de pirotecnia se extienden por todo el país, aun cuando el mismo mercado ha explotado tres veces en la última década.
No tenemos hombres, o instituciones capaces de enfrentar y asumir responsabilidades, de otra manera me preguntaría en dónde queda la palabra del presidente del Instituto Mexiquense de la Pirotecnia, institución creada exclusivamente para generar programas de atención integral para el sector pirotécnico, y quien hace poco más de una semana, vendió la idea de un mercado que por sus características sería el más seguro de América Latina. En cuanto al programa de contingencia, ni siquiera protección civil arribó oportunamente a la sede de explosivos, puesto que fueron los ciudadanos solidarios los primeros en transportar a los heridos, sin equipo de protección o el material necesario.

Debemos preguntar, por qué no hay un monitoreo constante de la Sedena en todos los mercados donde se comercializa pirotecnia, por qué México sigue trasladando pacientes a Galveston, puesto que nuestra infraestructura hospitalaria no es tan de primer mundo, como lo sentencio Eruviel en su ilustrativa transmisión, de qué sirve el IMPI, y por qué protección civil no atendió el accidente de manera inmediata.
La respuesta es clara, no tenemos a gente capacitada al frente de nuestras instituciones, no tenemos instituciones efectivas o comprometidas, no estamos preparados para atender crisis, ni sociales, ni políticas, tampoco naturales y mucho menos económicas, somos el país de la disfuncionalidad institucional, nuestros organismos de seguridad son los que han provocado buena parte de la violencia en México, salvaguardados por una fiscalía experta en simular justicia, se roba a mayestáticas escalas desde los programas de índole social, ya sin importar un poco la consideración a los derechos universales o la brecha clasista que crece día con día.
La irresponsabilidad, la desidia y algunas veces la alevosía de nuestros funcionarios públicos es lo que ha llevado a México a convertirse en un campo minado, una bomba de tiempo, en una tierra de barbarie promovida desde las vísceras de nuestros gobernantes, en un país líder en el mal uso de recursos públicos que para quienes tiene acceso a ellos, son una fuente para subsanar sus caprichos, mientras frente a sus ojos se dibuja el olvido, mientras se descuidan los sistemas de salud, y se olvidan de la importancia de la educación.
Una tragedia dantesca, que sin duda podría ser el reflejo de un futuro no muy lejano en un país que está buscando la legitimación de un régimen castrense, de un pueblo que sigue siendo víctima de hombres de estado incapaces de pensar en el bien de la ciudadanía, ensimismados con el poder que la impunidad les ha otorgado, incapaces de pensar en el mañana, incapaces de mirar al otro y atender a cabalidad las necesidades que demanda y merece el pueblo mexicano.